Volumen 2

¡Aburrirse en está vida!

Por: José Alfredo Ruiz Nuño

Me han preguntado si me aburro y la verdad no me explico cómo puede alguien aburrirse, teniendo todo un mundo que entender y todo un universo que recorrer. 

Quién pudiendo pensar se puede aburrir y cómo se puede aburrir alguien que no piensa? El aburrimiento solo existe cuando pudiendo, no miramos más allá de nuestra nariz.

El aburrimiento solo existe cuando la gente estando viva, no vive y en la gente que sufre porque va a morir, sin pensar que al morir en realidad nace. El aburrimiento existe cuando no pensamos cosas importantes como en el sentimiento de ese árbol que siempre nos saluda y al que nunca le hacemos caso; cuando importa más un billete que una ardilla; cuando escogemos con más gusto unos zapatos que una flor.

   

-     Creo que el aburrimiento no puede estar conmigo porque hasta cuando pienso que existe me divierto.     -

S.O.S. Navidad en el mar de Cortés

Por: Octavio Rodríguez Toro

Quería regalos para una bonita navidad, pero de pronto se encontró a merced de un mar embravecido

-       Juan, pescador de toda su vida, se encontraba en las playas de Sonora contemplando el hermoso color dorado de la arena; parecía un día perfecto para hacerse a la mar en busca de las preciadas presas.

-    Originario de Mazatlán, tuvo que emigrar hacia puerto Peñasco, donde le prometieron una embarcación avituallada para la pesca de tiburón. Hombre delgado, de mediana estatura, con la piel curtida por el Sol, poco a poco colocaba los anzuelos en su lugar, las “mamilas” de gasolina (depósitos plásticos de 50 lts), comida para tres días y ropa de agua.

-      Se disponía a navegar solo a las inmediaciones de la isla Ángel de la Guarda, en el centro del mar de Cortés. Esta travesía no le inquietaba, pues con años de experiencia navegando en alta mar, donde únicamente se observan el Sol y las estrellas, parecía un juego de niños divisar al mismo tiempo los litorales de Sonora y Baja California. 

-       Tomó con decisión el bastón del motor fuera de borda y enfiló su embarcación hacia el sur, lleno de ilusiones. Al llegar al área de pesca fondeó, largó todos sus anzuelos, tomó su primer alimento y el resto era sólo esperar a que la naturaleza hiciera su trabajo, así que se dispuso a descansar plácidamente. 

-       Al segundo día de pesca los resultados del paciente trabajo ya se podían apreciar: cuatro tiburones de regular tamaño, una mantarraya mediana y peces varios de otras clases yacían listos para ser alineados por las manos expertas de quien en más de 30 años sólo ha tenido como oficio la pesca.

 

Nubes barbadas, viento a carretadas

-       De pronto el viento del norte empezó a soplar, lo que no inquietó mucho a Juan, pensando que sería la brisa marina vespertina, que por esas latitudes se presentaba como viento del norte; sin embargo, llegó la noche y la fuerza continuó en aumento, esto ya no era normal.

 -       Llegó una ola más grande que las anteriores, con tal fuerza que le dio un giro de 180 grados a la embarcación de fibra de vidrio, mostrado momentáneamente la curva de pantoque al viento, para inmediatamente hundirse por su popa debido al peso del motor, quedado a flote sólo parte de la proa, a manera de un iceberg.

 -       La situación para Juan se tornó insoportable, por más que nadó no pudo alcanzar su maltrecha embarcación, por lo que tomó la determinación que a la postre le salvó la vida. Se quitó las botas de hule y el pantalón de peto de su impermeable, con los tirantes selló los bajos del pantalón y tomando la cintura como un paracaídas lo colocó sobre las botas, así formó un salvavidas.

 -       Ahora su único objetivo era llegar a isla Ángel de la Guarda; no lo separaba más de una milla náutica, pero el intenso frío calaba sus huesos, había perdido el sentido del tacto y sus piernas las sentía cada vez más pesadas. Su arribo a la mañana siguiente no fue miel sobre hojuelas, pues la costa llena de rocas lo dejó con una buena cantidad de moretones y sin aliento, pero finalmente estaba ahí, en tierra firme y dando gracias al Todo Poderoso.

 

El que no sepa rezar, que vaya por esos mares y verá que pronto aprende sin enseñárselo nadie.

 Las estrellas a brillar, marineros a la mar

-       La orden preparatoria para el zarpe le llegó al buque oceanográfico Alejandro de Humboldt. La Dirección General Adjunta de Oceanografía, requería realizar una verificación completa del derrotero del Pacífico mexicano y al Humboldt le correspondía inspeccionar todas las ayudas a la navegación, faros, boyas y balizas, para cerciorarse de su correcta posición geográfica, sus características físicas y periodos de luz y oscuridad.

En buen tiempo no faltan pilotos

-       Noviembre es un buen mes para navegar, ya pasó la época de huracanes y aún no se presentan los frentes fríos del norte. Estadísticamente, los huracanes que más han afectado al Pacífico mexicano se han presentado en octubre, como el Paulina, que causó grandes destrozos en el puerto de Acapulco; los frentes fríos más crudos se han presentado en los meses de enero y febrero.

 

Si sales a navegar, no te canse el preparar

-       Limpieza de tanques de combustible y sistema de inyección, revisión de electrobombas y estanqueidad del buque, sólo restaba hacer combustibles, alimentos, pagamento para al menos un mes, embarcar a un buzo y un enfermero con su impedimenta.

 -       Se decidió por iniciar la labor en la frontera con los Estados Unidos de América. La actividad requería de cierto planeamiento para realizar en el mínimo de tiempo ambas fases de la inspección para un mismo faro: de día, para verificar su posición geográfica y características, y de noche, para los periodos de luz y oscuridad; sin embargo, poco a poco se fue navegado hacia el sur de la península de Baja California, hasta llegar a Cabo San Lucas en el mes de diciembre.

 -       Una parada técnica en el puerto de La Paz, reactivó los ánimos en la tripulación del Humboldt; el arribo a puerto no deja de ser emocionante.

-       Continuó la travesía por la costa oriental de la península de Baja California.

 

Los prepara capacitando a los Cadetes para su lucha contra los elementos en la mar

-       La tarde del 12 de diciembre, principió el viento del norte, se pararon las actividades y se dispuso el buque a son de mar para sortear la tempestad: rellenando los tanques para evitar el efecto de superficie libre, concentrando los pesos a crujía y en bajo niveles, reemplazando los filtros de combustible para evitar paros imprevistos de la maquinaria, preparando alimentos sólidos, trincando escotillas y portas estancas, verificando el funcionamiento de las bombas de achique.

 -       Los vientos sostenidos que marcaba el anemómetro eran de 50 nudos, con rachas de 75 y formaban olas de “montañosas” a “confusas”, disminuían la visibilidad a cero millas, un verdadero “temporal” en la escala 10 de Beaufort.

 -       Las comunicaciones electrónicas con los buques pesqueros se incrementaron, preguntando nuestra posición y la fuerza de los vientos pronosticados.

 -       Eran ya seis los pesqueros que se agregaban en las inmediaciones; sin la observación del sol, las estrellas ni puntos de referencia a la costa y sólo un compás magnético, el Humboldt resultaba su baluarte.

 -       El buque requería navegar en contra de la dirección del viento. Una caída del timonel eran bandazos de 30 grados, cambiar de rumbo al sur hacia puerto Escondido en ese momento no era la mejor opción, así que había que continuar a la velocidad mínima de gobierno hacia el norte, pero, y cuándo se acabara el mar, ¿hacia dónde?

 -       El tercio norte del mar de Cortés es muy bajo, sobre todo después de las rocas “Consagración”, último punto a navegar para un buque de 500 toneladas.

 -       La disyuntiva se presentaba si la tormenta duraba más de lo marcado por los pronósticos, confiar en la fortaleza del sistema de fondeo o en la estabilidad del buque virando hacia el sur.

 

Quien se expone a predecir, se expone a mentir

-       La primera victoria de Juan se empezó a desvanecer con el paso del tiempo. Se encontraba solo en una isla desierta, llena de cactus y víboras de cascabel. Bajo la sombra de una roca había pasado el día dormitando y alucinando, imaginando qué iba a ser de él si nadie tenía conocimiento del lugar donde se encontraba.

 -       Haciendo acopio de fuerzas recorrió las inmediaciones, encontró una botella plástica de un refresco mundialmente conocido con un líquido negro pestilente imposible de ingerir. Más tarde flotaba una botella de agua potable a medio llenar, no más de medio litro.

 -       En esas largas horas de espera recapacitaba de los errores de su viaje; y si hubiera dispuesto de un radio banda marina o luces de bengala para indicar su presencia… pero todo esto de qué serviría, no es una ruta de tráfico, a casi nadie se le ocurriría navegar por estas latitudes y menos en las vísperas de la navidad, cuando la mayoría piensa únicamente en retornar a casa y descansar.

 -       Con piedras trazó una gran “X” en una loma, esperando que algún avión la vislumbrara, pero ¿qué aviones pasan por esta isla?

 -       Había que ahorrar energías, protegerse del sol durante el día y del frío durante la noche, pescar cangrejos, protegerse del veneno y tomar las cosas con calma. Al quinto día intentó sacar el jugo de las plantas, resultó amargo e intomable y… ¿no sería venenoso?

 -       Su hermano que trabaja en la Capitanía de puerto de Mazatlán ¿qué hacía por él?, ¿ya tendría conocimiento de su situación? Sus apreciaciones le decían que era el 22 de diciembre, habían pasado 10 días desde su zarpe de puerto Peñasco, por lo que se decía: “Algo tienen que estar haciendo al notar mi ausencia”.

 -       Su esposa ¿ya estaría enterada? ¡Qué contratiempo!, salir de pesca para dar un poco de alegría a los suyos, cuando ahora es todo lo contrario.

 -       El tiempo transcurría entre periodos de sueño y vigilia, confundiendo cada vez más la realidad con sus pensamientos, cuando de pronto vió a lo lejos la superestructura de un buque que se acercaba poco a poco hacia él, pero eso era imposible qué podría estar haciendo un barco de esas dimensiones en ese lugar y tan cerca de la navidad, estoy alucinado –pensó- y se recostó nuevamente para continuar con su adormilamiento.

 -       Al cabo de un breve descanso que le pareció de horas, volvió a incorporarse y la figura del barco seguía ahí; ahora le parecía más grande y que navegaba directamente hacia él… era un barco ¡de verdad!

 -       Por los tirantes amarró su viejo pantalón color amarillo a una percha de tres metros y gritando empezó a tremolar su bandera improvisada, pero nada… el buque continuó su navegación muy cerca de él… no lo había visto. Pero ¡qué demonios!, esto no puede ser.

 

El Capitán verdadero, embarca primero y desembarca postrero

-       Después de revisar las instalaciones de puerto Libertad, Sonora, el Humboldt se arrumbó al oeste, hacia la punta norte de isla Ángel de la Guarda, donde forma una hermosa bahía con la isla Mejía. Era el último punto de revisión antes de dirigirse a Guaymas, Sonora, a reabastecerse.

 -       Navegando a contra sol, teniendo como fondo los tonos ocre del archipiélago, ocurrió lo impensable; el timonel de combate, con su aguda visión de halcón marino, al contramaestre reportó: “Un hombre en tierra haciendo señas con una bandera”.

 -       Enfilándose al fondeadero, el Comandante ordenó: “Arríen la embarcación menor y que se embarque el buzo para realizar un rescate”.

-       Habían pasado siete días de buen tiempo. El mar era un plato, pero en la orilla había mucha reventazón y las filosas rocas no permitían ni varar la embarcación de hule ni al débil náufrago salir nadando; sólo la habilidad que permite el adiestramiento de los buzos experimentados permitió colocarle a Juan bajo los brazos el aro salvavidas.

 -       ¡Estás de suerte Juan, mañana llegamos a puerto!

 -       Juan logró su objetivo, llevó a su familia el más preciado de los regalos: ¡la vida!

Epílogo

-       En las costas de Sinaloa se hundieron dos camaroneros, al sur de San Felipe, Baja California; se varó un velero y el guardacostas Aldama perdió sus balsas salvavidas.

 -       Juan no volvería a repetir viaje alguno sin las herramientas necesarias para informar su posición en caso de emergencia.